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martes, 31 de marzo de 2009

Así se ficha a una estrella

Contratar a un ídolo de la música depende de muchas más variables que poner el dinero encima de la mesa. Varios responsables de festivales explican a Público las vicisitudes que hay que atravesar para conseguir al mejor cabeza de cartel

Estás rodeado de miles de personas. Bastante apretujado. Delante de ti hay un enorme escenario. Te pesan las piernas. La multitud brama el nombre de una estrella del rock. El tipo que tienes al lado te echa el humo de un chester a la cara. De repente, las luces del recinto se apagan. El griterío se hace ensordecedor. La estrella del rock aparece sobre el escenario, se acerca al micro y grita algo inaudible. Más chillidos. Comienza el concierto.

Es bastante probable que todos, en mayor o menor número de ocasiones, hayamos vivido una situación similar a la relatada en el párrafo anterior. El inicio de un concierto es uno de los instantes más emocionantes de la experiencia musical: de la nada al todo, se llena lo que estaba vacío, comienza a hacerse realidad o a frustrarse, que de todo hay la expectativa. Pero para que ese momento llegue a fraguarse, se ha tenido que atravesar un largo camino, en ocasiones de varios años de duración. Una estrella del rock no va a acudir a tu ciudad o a tu festival así como así. Lo pondrá difícil.

La primera vez que los organizadores del Primavera Sound se plantearon contratar a Neil Young fue hace cuatro años. Finalmente, el 30 de mayo el canadiense actuará en el Parc del Fórum barcelonés. "Es el artista por el que más hemos pagado en toda la historia del festival", reconoce Gabi Ruiz, director artístico del Primavera Sound. Está hablando de cientos de miles de euros.

En los cuatro años que duró la persecución hubo de todo: desde negativas directas hasta rozar el "sí, quiero" con la yema de los dedos, pasando por decenas de llamadas de teléfono, centenares de mails y varios viajes a Londres y Nueva York. "El peor momento llegó en enero. Nos llamaron y nos dijeron que Young iba a comenzar su gira en Glastonbury en junio y que no podía tocar en Barcelona en mayo", recuerda Ruiz. Así que un miembro de la organización se desplazó a Londres para apurar las últimas posibilidades. Se presentó en la oficina del agente y con él, bolígrafo en mano, rediseñaron el itinerario de la gira europea para que pudiera comenzar en Barcelona. "A las dos semanas me llamaron para darme el sí definitivo", explica el director del festival.

Ataque por todos los flancos
"Reconozco que lo nuestro ha tenido mucho de romántico, porque la oferta económica que le podíamos hacer es la mitad de lo que Young cobra habitualmente, así que hemos tenido que utilizar otros argumentos para convencerle", confiesa Gabi Ruiz. ¿Qué argumentos? "Básicamente dos: que el músico no estaba tocando delante de sus verdaderos fans en España y que sus seguidores quieren verlo en un sitio acorde a quién es Neil Young". Para aclararnos: que no quieren verlo en el mismo festival donde toca El Canto del Loco.

Y es que la última actuación del canadiense en España fue el año pasado en Rock in Rio, un certamen más orientado al turismo musical que a la música en sí misma y que le puso un millón de euros encima de la mesa a Young, una cantidad a la que el Primavera Sound no se podía ni acercar. "La verdad es que fuimos atrevidos al decirle a su agente que Neil Young no había tocado en un sitio acorde para él, porque era como decirle que estaba haciendo mal su trabajo", afirma Ruiz.

La cuestión económica no es definitiva: tener el dinero no es sinónimo de tener al artista. Sin ir más lejos, Leonard Cohen reculó cuando ya había firmado con el Festival Internacional de Benicàssim el año pasado. "Fue complicado, pero yo trabajo con la premisa de no aceptar un no por respuesta. Si el artista quiere tocar, podrá tocar", responde Ana Sanabia, responsable de contratación de artistas del FIB.

El problema con Cohen era logístico: la gira era muy larga y el programa demasiado apretado, por lo que decidió cancelar la fecha de Benicàssim, que ya estaba anunciada. "Ante una cancelación de este estilo tienes que hacer muchas llamadas de teléfono y mandar muchos mails. Vimos los impedimentos que tenía y le hicimos entender a su agente que todo se podía solucionar. Le dimos todas las facilidades: pusimos su concierto a las ocho de la tarde y le programamos un viaje para que esa misma noche durmiera en Turín, donde actuaba al día siguiente". Cohen finalmente actuó en el FIB.

Vacaciones pagadas
Si en el caso del Primavera Sound el valor añadido era la concordancia estilística entre Young y el festival, el FIB tiene sus propias estrategias de seducción. "En ocasiones sí que le hemos planteado al artista que se tome un par de días de vacaciones en Benicàssim, sobre todo, cuando su plan de gira es muy complicado. Con Depeche Mode, por ejemplo, sí que insistimos en que el festival estaba al lado de la playa. E incluso utilizamos argumentos bastante rancios, como que hay una piscina en el backstage", explica Sanabia.

Un caso bastante extraordinario fue el que llevó al británico Morrissey a actuar en el festival AV de Málaga en año 2004. Un histórico como el Festival de Benicàssim llevaba detrás del ex líder de The Smiths durante años y, de repente, un festival joven y mucho más pequeño como el AV se hacía con el concierto del músico. Por si fuera poco, la responsable de la jugada, Olga Payar, tenía sólo 24 años. "Le convencimos por varios motivos. La verdad es que sí que hubo un cúmulo de casualidades recuerda Payar; el festival se posicionó contra las corridas de toros, algo con lo que el artista sintonizó a la primera. Además, le planteamos su actuación como unas vacaciones de lujo en la Costa del Sol. Lo que le acabó de seducir fue que la actuación era en un castillo histórico, y eso es algo que los artistas suelen tener muy en cuenta".

Para Payar, el éxito de las contrataciones depende de la relación personal que tengas con el agente. "Yo nunca voy a entrar en el sistema Sinnamon, que pagaron 725.000 euros por una actuación de Radiohead. Por ejemplo, ahora vamos a traer a Wilco porque hace dos años tuve muy buen feeling con su agente. Según me dijo, buscaban trabajar como si fuera en familia y su anterior promotora en España no les daba eso", confiesa.

Sin música negra
La contratación de una estrella de la música se puede bloquear por muchos motivos y uno puede ser tan sencillo como éste: al artista no le interesa tocar en un lugar determinado. Es el caso de los músicos negros norteamericanos, auténticos ídolos de masas en su país, cuyo poder de atracción disminuye exponencialmente en Europa. Albert Salmerón, de Producciones Animadas, luchó durante años por traer a Erykah Badu: "En Estados Unidos es como una diosa y no le compensaba venir a España para tocar ante 2.000 personas. Finalmente, hace tres veranos logramos traerla y desde entonces ha vuelto bastante".

En ese sentido, España se enfrenta a un problema añadido: su circuito de conciertos está a años luz del de países como Alemania, Francia o Reino Unido. "El español es un mercado muy limitado, afirma Salmerón; países como Francia o Alemania cuentan con muchas ciudades con capacidad para organizar conciertos. En cambio, en España los artistas extranjeros suelen venir únicamente a Madrid y Barcelona. Y si funcionan los festivales es por el elemento verano y el elemento social".

Son estrellas y lo saben. En los próximos meses, muchas de ellas visitarán España. Algunas sólo pisarán la piel de toro durante unas pocas horas, las justas para finiquitar una actuación que, como queda claro, tiene muchas horas de negociación detrás.

EL ÍDOLO DEL ROCK, CAMINO DEL FESTIVAL

El primer paso: el agente del artista Cuando un festival quiere fichar a un artista, lo normal es que hable con la promotora que trabaja con él en España habitualmente. Sin embargo, cuando se trata de una estrella de la talla de Neil Young o Morrissey, los festivales acuden directamente a los agentes de los músicos. “El agente te escucha, pero nunca te dice sí o no. Normalmente tardan meses en contestar”, dice Gabi Ruiz.

Segundo paso: tocar al manager. Los actores implicados en la contratación de un músico son cuatro: el promotor que hace la oferta, el agente que la recibe, el manager que decide y el artista que, por supuesto, tiene la última palabra. Normalmente, el músico no interviene en este proceso y va allí donde le dice su manager. Por eso, algunos festivales también presentan sus credenciales ante el manager, que es finalmente el que va a decantarse por una u otra oferta.

Tercer paso: la puja En ese momento, es posible que el grupo cuente con más ofertas de festivales. Lo habitual es que elija el certamen que más dinero ponga encima de la mesa, lo que da lugar a pujas que en los últimos años en España han alcanzado cifras astronómicas. “En ocasiones el agente te lo dice directamente, que hay otro festival que ofrece más. Y tienes que andar despierta, porque puede ser un farol para sacarte más dinero”, dice Ana Sanabia, del FIB.

Cuarto paso: los últimos flecos. Si el artista decide actuar en el festival, quedan por resolver los asuntos técnicos (horario y día de actuación, equipamiento, peticiones concretas de cada músico, etc.). Aunque suelen ser un mero trámite, numerosos conciertos se han suspendido a causa de estas condiciones. El caso más sangrante fue el de Suede en el Festimad de 1997, que cancelaron su recital porque su nombre aparecía en el cartel un poco más pequeño que el de Extremoduro. El festival también tiene que prepararse para los gastos que origine el paso del artista y su equipo por la ciudad. Al parecer, cuando Metallica vino a España el año pasado al Getafe Electric trajeron un equipo de casi un centenar de personas.

Escrito por JESÚS MIGUEL MARCOS en Público.

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