miércoles, 5 de noviembre de 2008

Aquella noche mágica de Duke Ellington...

En principio, era una noche más. Una noche cualquiera. Pero resultó ser, imprevisiblemente, la noche en la que Duke Ellington (junto a su Big Band) dió, para muchos, el mejor concierto de su vida. Era 7 de noviembre de 1940, en la ciudad de Fargo (Dakota del Norte). Un tiempo en el que los EE.UU. pasaban por tiempos difíciles, la gente usaba el jazz para bailar y un tipo llamado Hitler asolaba Europa.

Duke se extrañó, incluso, de que fueran a grabarles, pues faltaba Cootie Williams (ese gran trompetista que debutó con sólo 14 años junto al saxofonista Lester Young y murió en Nueva York en 1985 tras contribuir a la renovación de jazz). Quién le iba a decir a él que esa misma grabación de Jack Towers y Dick Burris (que fue hecha con un equipo bastante casero, pero inesperadamente de gran fidelidad técnica) inmortalizó un momento único e irrepetible, que aún hoy, 68 años más tarde, se sigue escuchando. Magia.

Los locutores de radio Jack Towers y Dick Burris fueron al baile que ofrecía el Crystal Ballroom, instalaron los micrófonos y dejaron que las grabadoras funcionaran mientras la banda tocaba. La grabación del concierto se editó e, inmediatamente, se convirtió un álbum clásico que ha sido reeditado en varias ocasiones... y agotado en todas ellas. Hoy en día, Towers es uno de los más competentes ingenieros de restauración de sonido del mundo. Esa noche, además, sacó algunas fotos y escribió un relato de aquella experienci inolvidable. Así lo contaba:

"Cuando llegamos al Crystal Ballroom esa tarde, algunos de los músicos ya habían llegado. En el escenario cuatro o cinco de ellos estaban sentados en un círculo jugando a las cartas. No queríamos montar nuestro equipo de grabación hasta que Duke nos diera autorización, y él aun no llegaba. Optamos por esperar. Estábamos conversando cuando un joven que vestía el uniforme de la banda se nos acercó. Era Ray Nance. No lo reconocí inmediatamente y le pregunté: “¿Qué instrumento toca Ud.?” Respondió que era trompetista. Le pregunté “¿A quién reemplaza esta noche?” Cootie Williams, fue su respuesta. Una respuesta que recibí como si me hubieran pegado en la cabeza con un palo. Era una pésima noticia, pero decidimos continuar con nuestras intenciones de grabar el concierto. Finalmente Duke salió de su vestuario. Le preguntamos si era posible que grabáramos y contestó amigablemente con una sonrisa: “Si, háganlo, pero no entiendo para qué se esfuerzan, porque nuestro trompetista está en mala forma esta noche.” Instalamos nuestros micrófonos y grabadores y comenzamos a grabar poco después que la banda inició el concierto con el primer tema de la noche “It’s Glory”. Colocamos la grabadora en el suelo al costado del piano porque los cables no eran suficientemente largos. Estábamos literalmente en el medio del escenario rodeado por nuestros héroes. Mientras grabábamos escuchábamos por audífonos. Se imaginarán lo difícil que es oír lo que grabas con Sonny Greer justo detrás golpeando sus tambores.

Durante el intermedio sacamos los discos de acetato y los tocamos para verificar la calidad de la grabación. Y, por supuesto, los músicos, muy interesados, se congregaron alrededor de los parlantes a escuchar atentamente. Recuerdo a Johnny Hodges escuchando los temas que había tocado Ben Webster, y Ben los de Hodges. Recuerdo también que Barney Bigard dijo: “¡Oye, la batería está con demasiado volumen!” En esa época la batería no se escuchaba en las grabaciones comerciales, pero pienso que lo que hicimos estaba bien y fue el método que se usó después en grabaciones de big bands. A Webster le interesó lo que estábamos haciendo y él junto a Jimmy Blanton, el joven contrabajista que ya llevaba un año en la banda, habían ensayado un número con saxo tenor y contrabajo y nos pidieron que lo grabáramos. Era el tema "Stardust", y a pesar de que guardamos un disco especialmente para ellos (las grabaciones las hicimos en discos de 16 pulgadas en las que cabían 15 minutos por lado), no alcancé a grabar las primeras notas, pero resultó ser uno de los mejores temas de la noche.

Cuando el concierto concluyó, muchos de los músicos querían escuchar temas específicos. Ya habíamos acumulado 6 discos y nos fue difícil poder ubicar los temas. Les tocamos los discos enteros hasta que pudieran escuchar lo que les interesaba. Duke quería oír la interpretación de Johnny Hodges de “Whispering Grass”, una canción hecha famosa por el conjunto vocal The Ink Spots esos días. Dick y yo estábamos contentísimos de haber registrado este documento de la banda de Ellington para tocarlo y compartirlo con amigos. No teníamos la menor sospecha que después de 60 años todavía se escucha por todo el mundo
".

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